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Humberto “Turrón” Álvarez: El más grande del más grande.
“Un Club es sobre todo un depósito de memoria y sentimientos”. (Alfredo Relaño).

Hablar del “Turrón” es hablar de Nacional. Quien desconozca su historia, entonces, desconoce la historia del equipo que dice amar. Y es que nadie ha amado, respetado, reivindicado y dignificado tanto la historia de Atlético Nacional como Humberto Álvarez. Nuestro escudo podría perfectamente ser su figura, nuestras banderas podrían ser la camiseta que defendió como Hincha y besó como amante, pero sobre todo nuestro compromiso debe ser respetar su legado, recordar su leyenda, aprender de su historia y defender con Alma, Vida y Corazón estos colores, tal cual él lo hizo. 

Humberto “Turrón” Álvarez es el jugador más importante de todos los tiempos de nuestro Club, toda vez que su historia no se quedó en su extraordinario aporte como futbolista; siendo uno de nuestros máximos anotadores históricos, llevando al equipo al primer campeonato en el 54, y defendiendo nuestro honor igualando o superando en hombría y talento a personajes tan importantes de la historia del fútbol mundial como Di Stéfano; sino, que trascendió de los terrenos y pasó a ser uno de los baluartes de Nacional, ya que luchó por el Club de diversas maneras, por ejemplo, política, social e incluso económicamente. Al Turrón le debemos gran parte de nuestra historia. Lo hizo grande. Si podemos decir que nacimos grandes es posible y pensable sólo gracias a él. 

Sólo para mencionar un episodio histórico destacado de su función de líder no sólo adentro de la cancha donde era considerado “el mejor jugador del fútbol colombiano”, sino afuera de ella, está la famosa “natillera”. Al final de la década del 50, incluso después de conseguida la primera estrella de nuestra historia, Nacional estuvo a punto de quebrar, o lo que significaba lo mismo, desaparecer, todo porque el negocio del fútbol estaba mal administrado y contaba con recursos muy escasos. Nacional, entonces, iba a desistir de jugar el torneo profesional en Colombia, y por ende, anunciar su bancarrota, pero fue Humberto “Turrón” Álvarez, que como el hincha más fervoroso y con la fuerza inefable de las leyendas, se echó al hombro a la Institución, organizó una natillera que, más que eso, fue todo un movimiento social e incluso casi que obrero, donde se recogían fondos para mantener vivo al equipo y eran los mismos jugadores los que administraban el Club. Desde vender boletas, pasando por la organización logística de los partidos hasta la administración más minuciosa de los pocos recursos que obtenía el equipo, “Turrón” se encargó de todo y sostuvo, como el verdadero hincha fiel, al equipo hasta en los peores momentos. 

No se puede entender la extraordinaria historia de este Club sin saber la suya. Humberto, es el máximo exponente de nuestro Club en todos los sentidos. Él sí que representa todo lo que es Nacional. Grandeza, templanza, humildad, trabajo, sacrificio, pueblo, voluntad, pero sobre todo, al igual que su eterno amor; Nacional, el querido “Turrón” es un campeón de la Vida y el Fútbol.

Nacional y sus Hinchas le adeudamos todo, y no sólo simbólicamente, sino materialmente. El equipo y sus hinchas nos olvidamos de nuestro gran ídolo, que más que eso fue un padre cuasi fundador, el más fervoroso Hincha de todos los tiempos, el mejor jugador que vistió nuestra sagrada elástica, el más comprometido dirigente, pero sobre todo y más importante, la persona que más hizo, defendió y Amó nuestros colores. 

“Nacional era mi casa y luché mucho para que mi casa y la casa de los compañeros que tenía en ese entonces no se fuera al suelo, porque entendía que el futuro le iba a deparar grandes cosas. Permanecí muchos años en Nacional por el cariño que le tenía pero también porque me regresaba mis esfuerzos con emociones al límite”. (Pinilla, 2012:124).

A un tipo que habla así de nuestra Casa, que es sobre todas las cosas la que él construyó, todo lo que podamos hacer para retribuirle se queda corto para tan magnífico legado que nos regaló. Las cosas que se hacen con Amor, saben y dicen quienes lo han sentido, no esperan retribuciones, porque se hace de forma leal y sin ningún interés mediante, pero de la misma forma, en otro gesto de Amor, debemos agradecerle de la forma que sea posible e imaginable al gran “Turrón” todo el Amor y la Pasión que entregó por el Club. Sin él, se ha dicho, pero podríamos repetirlo millares de veces, Nacional no sería lo que es hoy, sin su invaluable contribución no seríamos lo mismo, incluso no sabemos si seríamos. 


Un agradecimiento simbólico, inicialmente, sería extraordinario. 
Repetirle un millón de veces lo  agradecidos que estamos con él, y jurarle como un compromiso de Amor, que le contaremos su historia a los más chicos para que entiendan el verdadero valor de esta Institución y, que de la misma forma, intentaremos replicar su inagotable esfuerzo para que, como él, hagamos de Nacional un Club más grande cada día a la vez.


“Un Club es sobre todo un depósito de memoria y sentimientos”. Un Club histórico que no cuida de sus ídolos ni los mima está condenado a, como reza aquella frase famosa, “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, pero agradeciendo de forma simbólica a Humberto, queremos contagiarnos de esa energía interminable para que, como ha querido siempre, Nacional sea una casa prospera, donde todo los días salga el sol, y con ello, una oportunidad más para trabajar por la Institución y para hacerla más grande.

Inmensas y eternas gracias “Turrón”. Te prometemos, solemnemente, defender tu legado, y sobre todo, aprender de tu amor inconmensurable por la Institución que se reflejaba, materialmente, en el esfuerzo y el cariño diario con ella. Te pagaremos como podamos. Algunos, por ejemplo, siempre recordando a la leyenda más importante de nuestra historia: Tú. La historia del Primer Gran Ídolo deja muchas enseñanzas, la más importante, el Amor inmenso por el equipo que, dándole todo “nuestro esfuerzo nos regresa emociones al límite”. Infinitas Gracias Maestro. Gracias por saber que alguien amó así los colores que defendemos. GRACIAS, AL MÁS GRANDE DEL MÁS GRANDE.

Por eso y más, debemos hacer una cruzada para que sus días sean mejores, para que viva con decoro. Hacer algo por él, es hacer valer nuestra historia. UNA NATILLERA PARA TURRÓN!!!

PUEBLO VERDOLAGA

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